jueves, 10 de noviembre de 2011

Colección Saint Germain. (3/5)


METAFÍSICA PARA LA VIDA DIARIA


¡DADME CALMA, SEÑOR!


Déjame sentir la honda paz presente en cada experiencia, la armonía de vivir. Dame calma, Señor, de manera que pueda entrar en la honda paz dentro de mi corazón. Dame paz de manera que vea la bendición escondida en todas las cosas.
Guárdame de palabras ociosas y vanas fantasías. Calma la carrera de mi mente para que mis pensamientos tengan la claridad y movimiento fácil del fresco aire que respiro. Busco la serenidad de un lago tranquilo, la fuerza de un roble, el inmutable y sólido poder de las montañas.
         Dame calma, Señor, para que pueda emplear tiempo en gozar la paz y la belleza que has creado a mi alrededor. Necesito tiempo para pensar; tiempo para considerar soluciones a problemas; tiempo para convertir mi ser interno y mi vida en amor y orden divino.
         Dame calma, Señor, es mi oración, y mientras rezo, siento que más me aquieta tu presencia, siento la suavidad de tu mano en la mía, estoy tranquilo, estoy quieto, estoy en paz. Gracias, Padre, que me oíste.

¿QUÉ SIENTES?


No hay sino dos sentimientos que pueda sentir un ser humano: amor y temor.
Generalmente se supone que hay innumerables clases de sentimiento, pero esto es una ilusión. Todo sentimiento, al ser analizado resulta ser uno de dos: amor o temor.
¿Qué es ira? Pues la ira no es otra cosa que temor disfrazado. En la química a menudo encontramos que una sustancia se presenta bajo apariencias totalmente diferentes; por ejemplo, el carbón negro es la misma cosa, químicamente, que el diamante, aunque parezcan tan distintos; se dice que ambos son formas alotrópicas de carbón.
De la misma manera, la ira, el odio, los celos, la crítica, el egoísmo, no son sino formas alotrópicas del temor.
El gozo, el interés, la satisfacción del éxito y del logro, la apreciación del arte, son formas alotrópicas del amor.
La gran diferencia que hay entre ambos sentimientos es que el amor siempre es creador; y el temor siempre es destructivo. Un sentido del amor reconstruye el cuerpo, alarga la vida, da inspiración, expansión de los negocios, abre los caminos en un centenar de direcciones, y domina los obstáculos.
El temor destruye el cuerpo, mata la inspiración, paraliza los negocios, cubre todo con un velo de muerte.
A nosotros nos toca decidir cuál de estos dos sentimientos ha de regir en nuestras vidas.
“Dios es amor; y el que habita en el amor, habita en Dios y Dios habita en él”.

¿ERES TÚ DINÁMICO?

LA PERSONA DINÁMICA


¿Qué es una persona dinámica? Muchos creen que les gustaría ser considerados dinámicos, pero no parece que tuvieran una idea muy clara de lo que significa esa expresión. A veces creen que es ser agresivos o presumidos. Otros creen que significa atraerse la  atención en alguna forma menos llamativa pero igualmente efectiva. En realidad, nada puede estar más lejos de la verdad.
Una persona dinámica es aquella que hace algo para cambiar al mundo y a la gente. La magnitud de su obra puede que no sea grande, pero es un hecho que el mundo queda un poco diferente porque aquella persona ha vivido y actuado en él. Eso es ser una persona dinámica.
Las personas dinámicas como San Pablo, o Washington, o Napoleón, cambiaron las vidas y destinos de millones de personas, y sus obras son conocidas por todos; pero hay muchos hombres y mujeres cuyas obras son apenas, o nada conocidas, y sin embargo en su propia escala son dinámicos porque han cambiado el mundo en una forma pequeña.
Si tú en realidad logras que se haga algo, no importa cuan pequeño; eres dinámico y el mundo es diferente porque has vivido en él. Si sólo aparentas hacer, o hablas de ello, o estas fabricando apariencias, no eres dinámico. Eres un actor, o actriz; eres un cascarón vacío y nadie quisiera ser así.
Aquel que hace algo de una nueva manera y mejor, es dinámico. El que logra que dos granos de trigo crezcan donde antes no crecían sino uno, es dinámico. Aquel que llega a levantar un negocio que sirve al público, o que encuentra empleo para otros, es dinámico. El que produce un invento útil, es dinámico. El que compone buena música, buena poesía, buenos cuadros o esculturas, es dinámico. Uno que sana es dinámico. Uno que enseña bien, es dinámico.
Todos éstos dejan al mundo un poco diferente a como lo encontraron. Washington cambió el curso de la historia, y tú puede que cambies la vida de una sola persona curándola, enseñándola, o simplemente inspirándola por tu propia demostración. Lo esencial es que algo se ha transformado en el cuadro exterior.
Hay personas tontas que están satisfechas con ser llamadas dinámicas; les satisface aparentar. Gastan sus energías en sus apariencias. Adoptan una actitud imponente y hablan grandilocuentemente y por supuesto en forma vaga de las grandes cosas que han hecho o que piensan hacer. Les dan nombres altisonantes a las cosas insignificantes, y todo esto no es otra cosa que un complicado bluff, y es lo opuesto a lo dinámico.
El secreto de ser dinámico es “creer que Dios obra a través de ti”, sin importar lo que estés haciendo. Poniendo tu servicio ante todo y siendo tan sincero, práctico y eficiente como puedas. Si pones en práctica este sistema, aunque no sea sino por muy poco tiempo, te sorprenderán los resultados asombrosos que obtendrás, y te encontrarás convirtiéndote en una persona verdaderamente dinámica.
Servir bien realmente, es estar realmente vivo. “Por sus frutos los conoceréis”. Mateo 7-20.

LA REALIZACIÓN

Hay una gran diferencia entre lo que tú realmente crees y lo que crees que debes creer o lo que deseas creer.
Tú demuestras o manifiestas en toda tu vida exterior aquello que realmente crees. Las demás ideas no se exteriorizan. Si algún día llegas a creer otra cosa, ese día comienzas a manifestarlo; o sea, a experimentarlo, no antes.
No basta con decir que tú sabes que tal y cual cosa no puede lastimarte o afectarte, si sólo tienes esta opinión intelectualmente. Si tú sientes aunque no sea sino levemente que aquellas no te pueden hacer daño, el caso es distinto. Esto es lo que llamamos realización: saberlo y sentirlo, o tener la convicción.
No basta con repetir que todo va a estar bien a menos que creas lo que estas diciendo. No basta con decir superficialmente que Dios está contigo y cuidándote a menos que lo creas o lo realices aunque sea en grado leve. El único objeto de hacer tratamientos espirituales es aumentar tu propia realización de la verdad que ya has aceptado; o sea, que el error y el temor no tienen poder sobre ti cuando tú no cedes a ellos.
Lucas, en el capítulo 10, versículo 19 cita las palabras del Maestro diciendo: “Nada, por ningún respecto, podrá dañarte”.
Muchas personas piden que les den una afirmación. Aparentemente están bajo la impresión de que repitiendo una frase mágica van a resolver su problema, pero esto no puede estar más lejos de la verdad.
Tu problema está contigo debido a una creencia falsa, errónea, que está dentro de ti; o sea, un proceso de pensamiento equivocado.
Donde hay inarmonía siempre hay temor presente, y una afirmación no va a destruir este temor. Debes rehusar a ser intimidado por el peligro aparente, cualquiera que sea, y poner tu confianza en el amor de Dios; entonces el temor comienza a desaparecer.
Las afirmaciones son recordatorios de lo que debemos creer, pero es el cambio de nuestro proceso mental, del error a la verdad, lo que trae la demostración. No el repetir una frase.
Cuando necesitas ser guiado en una decisión importante, hay que pensar y creer que Dios te está guiando, y te verás guiado.
Mateo cita la frase del Maestro en el capítulo 6, versículo 7: “Cuando ores, no hagas uso de vanas repeticiones, como lo hacen los paganos”.
(Fíjense a qué se refiere: a esas personas que pasan cuentas de un rosario, repitiendo Ave Marías y Padre Nuestros; y los llama paganos)


¿ESTÁS ENGAÑÁNDOTE A TI MISMO?

La enseñanza crística es un evangelio dinámico. Cambia realmente todas las cosas, convierte la historia de la vida individual en algo muy diferente a lo que hubiera sido sin esa enseñanza, y esta es la prueba. Los que no comprenden nuestra enseñanza a veces dicen que nos engañamos a nosotros mismos. Que simulamos estar sanos cuando estamos enfermos, y que simulamos que todo marcha muy bien cuando en realidad marcha mal. Creen que nos tratamos de hipnotizar llamando blanco a lo negro.
Por supuesto que esto es falso. El que actúa  de esa manera no está practicando la doctrina crística. Lo que hacemos es darle la espalda al cuadro negativo, aferrándonos a la verdad positiva, y así curamos el cuadro visible. Esa es la realidad, y es la comprobación.
Esa es la comprobación. Si el cuadro exterior cambia, estas trabajando correctamente. No te estarás engañando ni gozando de disipación emocional. Si el cuadro exterior no cambia en un tiempo razonable, te estás engañando. No estás trabajando correctamente y tienes que cambiar de sistema. Puede que el cambio exterior sea incompleto o leve aún, pero siempre que haya algún cambio, significa que se está trabajando bien. No se está uno engañando mientras se obtengan resultados.
No existe aquello de las demostraciones invisibles. En todo momento se está manifestando la propia mentalidad en le mundo de las apariencias exteriores. Las excusas y traiciones son inútiles, sabiendo que el cuadro exterior delata la verdad y que no hay apelación posible.
A Dios gracias por esta maravillosa verdad, ya que nos da un método infalible para -reconocer y dominar la limitación y el error. “Por sus frutos los conoceréis” Mateo 7-20.

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